I Un
día, don Quijote salió de su pueblo en la región de la Mancha. Un
idealista sin parº, don Quijote salió en busca de aventuras para
conquistar los males del mundo. Es el trabajo de un verdadero caballero
andante. Pero después de unos pocos días, don Quijote volvió a casa
porque hizo su primera expedición sin escudero. No hay caballero
andante sin escudero—sobre todo un caballero andante de la categoría de
don Quijote.
Cuando
volvió a su pueblo, empezó a buscar un escudero. Por fin encontró a un
vecino, Sancho Panza, un hombre bajo y gordo. Salió por segunda vez,
esta vez acompañado de su escudero. Don Quijote montó a su caballo,
Rocinante, y Sancho lo siguióº montado en su asno.
II
Los dos hicieron muchas expediciones por
la región de la Mancha. El idealista don Quijote hizo muchas cosas que
no quiso hacer el realista Sancho Panza. Más de una vez Sancho le dijo:
—Pero, don Quijote, noble caballero y fiel compañero. Vuestra Mercedº
está loco. ¿Por qué no dejamosº con estas tonteríasº? ¿Por qué no
volvemos a casa? Yo quiero comer. Y quiero dormir en mi cama.
Don Quijote no
les hizo mucho caso a los consejosº de Sancho. Uno de los episodios más
famosos de nuestro estimado caballero es el episodio de los molinos de
viento.
III
Del buen suceso que el valeroso
don Quijote tuvo en la espantable y jamás imaginada aventura de los
molinos de viento.
En esto
descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel
campo; y así comoº don Quijote los vio, dijo a su escudero:
—¡Sancho!
¡Mira! ¿Tú ves lo que veo yo?
—No, Vuestra Merced. No veo nada.
—Amigo Sancho, ¿no ves allí unos treinta o más
gigantes que vienen hacia nosotros a hacer batalla?
—¿Qué gigantes?
—Aquellos que allí ves, de los brazos largos.
—Don Quijote. No son gigantes. Son simples
molinos de viento. Y lo que en ellos parecenº brazos son aspas.
—Bien parece, Sancho, que tú no sabes nada de
aventuras. Ellos son gigantes. Y si tienes miedo…
—¡Don Quijote! ¿Adónde va Vuestra Merced?
IV
¿Adónde fue don Quijote? Él fue a hacer
batalla con los terribles gigantes. Gigantes como éstos no deben ni
pueden existir en el mundo. En nombre de Dulcinea, la dama de sus
pensamientosº, don Quijote los atacó. Puso su lanza en el aspa de uno
de los molinos. En el mismo instante vino un viento fuerte. El viento
movió el aspa. El viento la revolvió con tanta furia que hizo pedazosº
de la lanza de don Quijote y levantó a don Quijote en el aire.
A toda prisa el pobre Sancho fue a
socorrer a su caballero andante. Lo encontróº en el suelo muy mal
heridoº.
—Don
Quijote, no le dije a Vuestra Merced que no vio gigantes. Vio simples
molinos de viento. No puedo comprender por qué los atacó.
—Sancho, tú no sabes lo que dices. Son cosas de
guerraº que tú no comprendes. Tú sabes que tengo un enemigo. Mi enemigo
es el horrible pero sabio monstruo Frestón. Te dije las cosas malas que
él hace. Y ahora convirtió a los gigantes en molinos de viento.
—Yo no sé lo que hizo vuestro enemigo, Frestón.
Pero yo sé lo que le hizo el molino de viento.
Sancho levantó a don Quijote del suelo.
Don Quijote subió de nuevo sobre Rocinante. Habló
más de la pasada aventura pero Sancho no le hizo caso. Siguieron el
camino hacia Puerto Lápice en
busca de otras jamás imaginadas aventuras.
El fin por el momento
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