"El Alcázar No Se Rinde"

por: Carlos Ruiz de Azilú

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El Vocabulario

 

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Durante la Guerra Civil en España, las fuerzas republicanas tomaron control de la ciudad de Toledo.  En el Alcázar de Toledo, había algunos rebeldes que rehusaron entregar el armamento y las municiones de este centro militar a los republicanos.  Estos soldados, bajo las órdenes del comandante militar, coronel Moscardó, juraron morir antes de rendirse .

Eran las diez de la mañana del veintitrés de julio de 1936.  El teléfono sonó en la oficina del coronel Moscardó.  El coronel estaba con los jefes del Alcázar y otros oficiales, organizando la defensa exterior del Alcázar.  El coronel Moscardó se levantó y se dirigió al teléfono.

         

La conversación de aquella llamada telefónica siempre se recordará como uno de los diálogos más inolvidables de nuestros días.

 

-2-

Moscardó:  ¿Quién está al aparato?

Jefe:  Soy el jefe de las fuerzas republicanas.  Yo he detenido a su hijo Luis.  Tengo la ciudad en mi poder .  Si dentro de diez minutos no se ha rendido usted, mandaréfusilar a su hijo.

Moscardó:  ¿Y cómo sé yo que lo que usted me ha dicho es la verdad?


 

Jefe: El mismo le hablará.

 

 

-3-

En efecto, el padre oye a su hijo Luis.

Luis: Papá, ¿cómo estás?

Moscardó: Bien, hijo mío.  ¿Qué te ocurre?

Luis: Nada de particular.  Dicen que me fusilarán si el Alcázar no se rinde.  Pero no te preocupes por mí.

                  

Moscardó: Mira, hijo mío; sí es cierto que te van a fusilar, da tu alma a Dios, y muere como un héroe y mártir.  Adiós, hijo mío, un beso muy fuerte.

Luis: Adiós, papá.  Un beso muy fuerte.

-Se oye nuevamente la voz del jefe de las fuerzas republicanas.-

Jefe: Bueno.  Ahora sabe usted que lo que he dicho es la verdad.  ¿Qué contesta usted?

Moscardó:  Que el Alcázar no se rinde.

 

 

-4-

A los pocos días fue asesinado don Luis Moscardó Guzmán, joven de diecisiete años.

Cuando el coronel Moscardó colgó el auricular, un silencio impresionante que nadie se atrevía a romper reinaba en su despacho.  Todos comprendían la magnitud del sacrificio ofrecido a La Patria y la singular heroicidad de las palabras de Moscardó. 

Intensamente pálido, y con los ojos entristecidos por la angustia de su drama interior, el coronel Moscardó rompió el silencio, dirigiéndose a sus colaboradores,


 

 Moscardó:  Bien, señores, continuemos...

 

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