Poesía por Otto René Castillo

 

Frente al balance, mañana

escuche

Y cuando se haga
el entusuiasta recuento
de nuestro tiempo,
por los que todavía
no han nacido,
pero que se anuncian
con un rostro
más bondadoso,
saldremos gananciosos
los que más hemos
sufrido de él.

Y es que adelantarse
uno a su tiempo,
es sufrir mucho de él.

Pero es bello amar al mundo
con los ojos
de los que no han nacido
todavía.

Y espléndido,
saberse ya un victorioso,
cuando todo en torno a uno
es aún tan frío tan oscuro.

Vámonos patria a caminar

1.Nuestra voz
2. Vámonos patria a caminar
3. Distante de tu rostro

1.

Para que los pasos no me lloren,
para que las palabras no me sangren:

canto.

Para tu rostro fronterizo del alma
que me ha nacido entre las manos:

canto.

Para decir que me has crecido clara
en los huesos más amargos de la voz:

canto.

Por lo que no debe morir, tu pueblo:

canto.

Me lanzo a caminar sobre mi voz para decirte:
tú, interrogación de frutas y mariposas silvestres,
no perderás el paso en los andamios de mi grito,
porque hay un maya alfarero en su corazón,
que bajo el mar, adentro de la estrella,
humeando en las raíces, palpitando mundo,
enreda tu nombre en mis palabras.
Canto tu nombre, alegre como un violín de surcos,
porque viene al encuentro de mi dolor humano.
Me busca del abrazo del mar hasta el abrazo del viento
para oredenarme que no tolere el crepúsculo en mi boca.
Me acompaña emocionado el sacrificio de ser hombre,
para que nunca baje al lugar donde nació la traición
del vil que ató su corazón a la tiniebla, negándote!

2.

Vámonos patria a caminar, yo te acompaño.

Yo bajaré los abismos que me digas.
Yo beberé tus cálices amargos.
Yo me quedaré ciego para que tengas ojos.
Yo me quedaré sin voz para tú cantes.
Yo he de morir para que tú no mueras,
para que emerja tu rostro flameando al horizonte
de cada flor que nazca de mis huesos.

Tiene que ser así, indiscutiblemente.

Ya me cansé de llevar tus lágrimas conmigo.
Ahora quiero caminar contigo, relampagueante.
Acompañarte en tu jornada, porque soy un hombre
del pueblo, nacido en octubre para la faz del mundo.

Ay patria,
a los coroneles que orinan tus muros
tenemos que arrancarlos de raíces,
colgarlos en un árbol de rocío agudo,
violento de cóleras del pueblo.
Por ello pido que caminemos juntos. Siempre
con los campesinos agrarios
y los obreros sindicales,
con el que tenga un corazón para quererte.

Vámonos patria a caminar, yo te acompaño.

3.

Pequeña patria mía, dulce tormenta,
un litoral de amor elevan mis pupilas
y la garganta se me llena de silvestre alegría
cuando digo patria, obrero, golondrina.
es que tengo mil años de amanecer agonizando
y acostarme cadáver sobre tu nombre inmenso,
flotante sobre todos los alientos libertarios,
Guatemala, diciendo patria mía, pequeña campesina.

Ay, Guatemala,
cuando digo tu nombre retorno a la vida.
Me levanto del llanto a buscar tu sonrisa.
Subo las letras del alfabeto hasta la A
que desemboca al viento llena de alegría
y vuelvo a contemplarte como eres,
una raíz creciendo hacia la luz humana
con toda la presión del pueblo en las espaldas.
Desgraciados los traidores, madre patria, desgraciados.
¡Ellos conocerán la muerte de la muerte hasta la muerte!

¿Por qué nacieron hijos tan viles de madre cariñosa?

Así es la vida de los pueblos, amarga y dulce,
pero su lucha lo resuelve todo humanamente.
Por ello patria, can a nacerte madrugadas,
cuando el hombre revise luminosamente su pasado.
Por ello patria,
cuando digo tu nombre se rebela mi grito
y el viento se escapa de ser viento.
Los ríos se salen de su curso meditado
y vienen en manifestación para abrazarte.
Los mares conjugan en sus olas y horizantes
tu nombre herido de palabras azules, limpio,
para llevarte hasta el grito acantilado del pueblo,
donde nadan los peces con aletas de auroras.

La lucha del hombre te redime en la vida.

Partia, pequña, hombre y tierra y libertad
cargando la eperanza por los caminos del alba.
Eres la antigua madre del dolor y el sufrimiento.
La que marcha con un niño de maíz entre los brazos.
La que inventa huracanes de amor y cerezales
y se da redonda sobre la paz del mundo,
para que todos amen un poco de su nombre:
un pedazo brutal de sus montañas
o la heroica mano de sus hijos guerrilleros.

Pequeña patria, dulce tomormenta mía,
canto ubicado en mi garganta
desde los siglos del maíz rebelde:
tengo mil años de llevar tu nombre
como un pequeño corazón futuro,
cuyas alas comienzan a abrirse a la mañana.

 

heart

 

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Poemas:

Various authors. Edited by Martín Espada. Poetry Like Bread; Poets of the Political Imagination. Curbstone Press,2000.